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lunes, 25 de abril de 2016

De la “Thomas Van der Hammen” a Isla Cabica


Mientras en el Distrito Capital en un pasado muy reciente, un puñado de ciudadanos decentes y atrevidos logró esquivar la puñalada mortal a la ciudad en torno a su humedales y biodiversidad; otro grupo de personas sumada a los anteriores, con mucha más decisión, entre naturales y jurídicas, comprometidas con la sostenibilidad urbana, con más valentía que miedo, salen hoy en defensa del territorio que genera y preserva la vida, a pesar del incremento en la violencia y las diversas complicaciones urbanas, continúan dando la pela sin desfallecer, en una férrea unidad de combate, por la defensa sin cuartel por la preservación de la reserva ecológica “Thomas Van der Hammen”, ante la arremetida del actual Alcalde Distrital, Enrique Peñalosa, en insistir arbitrariamente, como lo hizo en su primera administración de gobierno 1.998 – 2000, de construir los mega proyectos de vivienda de interés social para los diversos estratos sociales sin ningún estudio científico previo, que se oponga a los estudios generados por los ambientalistas y aceptado por el Ministerio correspondiente, Peñalosa contradice con este accionar, la normatividad ambiental vigente en el plano nacional e internacional, cuyas soluciones residenciales propuestas, en vez de solucionarnos el déficit habitacional, llevan implícita la muerte del paradigma urbano mundial firmado por Colombia en compromisos como: erradicar los  asentamientos humanos procurando su dignificación en razón de la vida misma, conservación y protección de sus humedales como imperativo de existencia, el freno a la expansión urbana como frontera al crecimiento poblacional, la atención a la segregación social como calmante a la violencia urbana, proteger las tierras más fértiles para la autonomía de nuestra seguridad alimentaria, cumplir con los nuevos objetivos de desarrollo sostenible (ODS) consensuados recientemente en la ONU etc.

Ésta dinámica de choque social que agita a la capital del país, basadas en las diferencias de opinión para alcanzar el integral desarrollo humano, tiene las puertas completamente cerradas en un rincón del caribe colombiano, más concretamente en la tercera ciudad de la Costa Atlántica, conocida con el nombre de Soledad de Colombia, parecemos una república independiente fuera de lo común y sin ciudadanos gladiadores, nos sentamos en el pretil del andén a orearnos la piel con el sol del chisme puritano, como en la canción,las cosas que pasan”, del cantante Colombo - Argentino Piero, para “ver a Soledad pasar y pasar…” sin el más mínimo esfuerzo por cambiar los acontecimientos que degradan la ruralidad de nuestra ciudad, miramos sin estupor alguno el arrasamiento a sus humedales y biodiversidad, el espectáculo de la muerte nos cautiva sin conmovernos, nos excita el morbo por el derrame de clorofila, como la evaporación del hidrogeno con el oxígeno de su acuífero y el espectáculo atroz de muerte y desolación de innumerables animales, micro organismos, aves y otros diversos especímenes de nuestro paisaje natural, hemos sido permisivos, indolentes e irresponsables ante la heridas asestadas al pulmón ecológico de preservación y protección eco turístico establecida en el POT para nuestra consentida verde, Isla Cabica. 
   
Nuestros movimientos sociales y demás organizaciones, hemos asumido una posición de relax igual al de la avestruz cuando avizora el peligro, enterramos la cabeza para no hacer el más mínimo esfuerzo por la defensa de nuestros humedales, que hoy son un monumento a la desolación y a la desidia administrativa y ciudadana, condenándonos a ser testigos del peor arrasamiento a la biodiversidad natural en la historia de nuestra ciudad. La multinacional portuaria de cargas “Impala” y los entes administrativos del orden nacional, departamental y local, cortan las venas de nuestras próximas generaciones poniendo en peligro nuestra sostenibilidad para la vida.

Algo está pasando en el cántaro de la ciudad, que una transgresión al uso del suelo tan enorme como una ceiba milenaria, no haya sido vista con ojos responsables por las autoridades correspondientes en los distintos planos de gobierno. Sólo nos quedan dos alternativas de actuación para quitarnos de encima esta anomia por la ciudad, la primera consiste en abrir el debate por el humedal que nos compete, en un foro temático y persuasivo con las autoridades correspondientes y los ciudadanos dolientes, la segunda, promover un cabildo abierto en el seno del concejo con expertos en el tema para sustentar razones que nos permitan mantener el uso del suelo asignado por el POT vigente, antes de que llegue a la corporación edilicia los nuevos ajustes al norte de la ciudad realizado por Sociedad Colombiana de Arquitectos Regional Atlántico, que según tengo entendido, apoyará la tragedia ambiental que mata los humedales de la ciudad descrita previamente. 

Quisiera terminar este artículo, evocando “al Patriarca ecuménico Bartolomé, al referirse particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, en la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos, estamos llamados a reconocer nuestra contribución, pequeña o grande, a la desfiguración y destrucción de la creación. Sobre este punto él se ha expresado repetidamente de una manera firme y estimulante, invitándonos a reconocer los pecados contra la creación”: “Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados. Porque un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios” (Tomado de los considerandos de la Encíclica “Laudato sí” del papa Francisco)


La motivación a la lucha contra el cambio climático y contra la depredación de la ciudad por el capital financiero apenas asoma su intención en la ciudad, preparémonos para asumirla con mucha responsabilidad y respeto como verdaderos hoplitas, por aquellos que aún no han nacido en este territorio de salvajes acciones, que atentan contra nuestra vida y de las próximas generaciones, el intento nos hará fuerte, la indiferencia nos matará, tú decides, “nadie actuará por ti…”; como bien lo dijo en su momento, el inmolado humorista bogotano Jaime Garzón.

Caño de Soledad completamente seco y cegado

Reserva "Van der Hammen"

Humedales Reserva "Van der Hammen" 


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