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lunes, 14 de marzo de 2016


Urge un refugio para “la gran miseria humana”

Hace algún tiempo, no muy lejano por cierto, leí del escritor Bogotano José María Vargas Vila; al que el clero en alianza con los godos retrógrados de su época lo consideró panfletario, hereje y lenguaraz, por sus diatribas dirigidas contra la iglesia y los opresores oligárquicos de su patria; una sentencia aforística muy concluyente en su libro de memoria “Huerto agnóstico”: Nadie es ilustre por haber nacido en un País, los países son ilustres por aquellos que nacieron en su seno” y Soledad no es la excepción, muchos de sus hijos ilustres dieron a conocer su nombre en el panorama mundial de las artes, pero sus “herederos” ingratos que son muchos y con alzhéimer, hoy los desconocen. Sólo un artista plástico (porque no he visto a nadie más) y a veces escritor e historiador de ocasión, Fernando Castañeda García, con sus múltiples amigos “mal pensantes”, noctámbulos, libertinos y locos, dialogan con el más ilustre de todos sus coterráneos cada aniversario de su muerte, al pie de su tumba en el cementerio central de Soledad, conocido con el nombre de “Gabriel Escorcia Gravini”, en honor al poeta fallecido en 1920, nombre impuesto al cementerio por la irreverencia del artista en mención, en una de sus locuras y acción de protesta, para imponer el reconocimiento merecido y negado hasta la fecha por las autoridades administrativas locales, al Aedo fallecido en la soledad de su enfermedad conocida como el bacilo de Hansen.


Algunas ciudades del País, guardan sumo respecto por sus destacados e ilustres hijos en el bello arte de las letras literarias y poéticas, así Macondo, léase Aracataca, saca pecho por su nobel literario Gabriel García Márquez y su casa museo, Bogotá de igual forma lo hace por José Rafael Pombo y José Asunción Silva, Chiquinquirá y Usiacuri lo hacen por el poeta Julio Florez Roa, Cali e Ibagué lo hacen por el novelista Jorge Isaacs,  Antioquia por los poetas León de Greiff y Porfirio Barba Jacob, etc. Ellos reposan eternamente ante el reconocimiento de su gente. Pero el espíritu solitario de Gabriel Escorcia Gravini, parece condenado a deambular por siempre en las “noches de misterio sobre la necrópolis santa” de su terruño, no para buscar “un amor perdido” precisamente, pero si buscando el elixir para desanestesiarnos  de las decepciones políticas y urbanas que nos convirtieron en “la gran miseria humana” que hoy es nuestra ciudad. Creo que ya es hora de edificar su memoria en una estancia material para su estudio, donde por fin después de 124 años de olvido, logre calmar su “penar y destierro” sentándose a conversar amenamente bajo la sombra de un campano con sus dos amigos de pena e infortunio qué como él continúan en espera para el descanso de sus almas: el apóstata José María Vargas Vila y el poeta maldito que le poetizo a la muerte, el boyacense Jorge Escobar Uribe, conocido en el mundo de la poesía mundial con el seudónimo de Claudio de Alas.


"Casa donde nació el Poeta Gabriel Escorcia Gravini en Soledad - Atlántico 

"Casa museo del poeta Julio Florez" en Usiacuri - Atlántico

"Casa museo José Asunción Silva" 

"Parque biblioteca León de Greiff"

"Casa museo Rafael Pombo"

"Hacienda museo Jorge Isaacs"

"Casa museo Porfirio Barba-Jacob"

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