¿Y DÓNDE CARAJOS ESTÁ
LA PLAZA?...
El
licenciado en artes plásticas Fernando Castañeda García, en su texto de monografía
titulado “Trazos e historias de Soledad”, plantea el poblamiento de la Ciudad a
partir del año 1.598, como sitio de intercambio comercial de la zona, es decir
nuestro comienzo se encuentra enmarcado en la expansión territorial de los
conquistadores Españoles, en las fundaciones de las diversas Ciudades, Villa y
pueblos que se construyeron en nuestra América latina bajo la legislación promulgada por los Monarcas españoles para regular la vida social, política y económica conocida como Leyes de Indias (El libro IV
contiene las principales leyes que reglamentaron la conquista, la posesión de
tierras, la fundación de ciudades,
villas y pueblos)
Las ordenanzas de descubrimientos y población, decretada por Felipe
II en 1.573, definía la reglamentación de los rasgos característicos que debían
contener las estructuras de la ciudad
colonial: “alrededor de la plaza
rectangular situada en el centro, prevista para el crecimiento venidero, se
debían asentar las principales instituciones del poder laico y eclesiástico con
edificios monumentales” (catedral, ayuntamiento, gobierno, juzgado, etc.).
En conversación realizada con la abogada e historiadora de
Soledad Adonaí Moreno, sobre lo que realmente eran los linderos de la plaza de armas de nuestra Ciudad, nos
manifestó más con un dejo de añoranzas que de inquietud acuciosa, que lo que se
circunscribía a nivel de territorio de tan magno espacio público, era la actual
plazuela en proceso de recuperación por la Gobernación Departamental, mas las
edificaciones comprendidas en la acera norte, desde el antiguo Teatro Olimpia
hasta la vivienda Unifamiliar ubicada diagonal a la casa Visbal, hoy Museo
Bolivariano en proceso de restauración direccionada por la Gobernación del Atlántico.
De igual forma manifestó la Historiadora Moreno, que la
primera sede conocida del Palacio Municipal de nuestra Ciudad, se ubicó en la
manzana que queda en el frente de la Iglesia San Antonio de Padua hoy ocupada
por la sede de la Cámara de comercio de
Barranquilla con otras unidades residenciales
y de comercio, sede que tuvo lugar en la administración del señor
Alcalde PEDANIO FRANCISCO PEREZ DE VARGAS en el año de 1.743, cuyo edificación
fue cedida por el representante de la corona Española de Cartagena de Indias en
su momento.
El fallecido periodista e Historiador Rafael Urbano Lafaurie,
consideró en su momento ( asesoría efectuada en forma ad honorem, al trabajo de
grado presentado por los estudiantes Mirna Arévalo y Ronny Rodríguez de la Facultad de Arquitectura de la
Universidad del Atlántico, sobre el diseño y construcción de la Plaza de
Soledad para optar a su título profesional como Arquitectos) que lo que se
conocía como Plaza de Armas de la Ciudad de Soledad además de la plazuela ubicada
en frente a la casa Visbal (Casa de Bolívar) contemplaba igualmente las dos manzanas localizadas entre las
carreras 19 y 20 con calles 15 y 13 en frente de la Iglesia San Antonio de
Padua.
De lo anteriormente expuesto se puede colegir, que nuestra
Ciudad no aflora en el contexto urbano espontáneamente, todo lo contrario, sus
inicios los reguló la ordenanza promulgada por Felipe II en 1.573 para las
Ciudades, Villas y Pueblos. Cabe preguntarnos entonces:
¿Por qué la plaza de
Soledad se remite únicamente a la plazuela ubicada al frente de la casa Visbal
(Casa de Bolívar) transgrediendo así la ordenanza de 1.573 y no frente a la
Iglesia?
¿Será que la plaza de Soledad además de la plazuela
referenciada, se extendía a las dos manzanas aledañas actualmente pobladas para definir el zócalo preciso exigido en la
legislación de 1.573 para el nacimiento de las Ciudades, Villas y pueblos?
¿Por qué la forma irregular presente hoy en la plaza,
separando con construcciones, la Iglesia San Antonio de Padua de la casa de rentas
e impuestos (Casa de Bolívar) y ésta de la mansión Domínguez, volúmenes
arquitectónicos que por su distribución en el entorno supone que si hubo una la
plaza central de ordenamiento, que daban legalidad a la Ordenanza promulgada?
¿Será que estamos ante el primer indicio de ocupación
irregular - léase invasión – que se presentó en Soledad, muy por encima de la
ocupación ilegal reconocida del barrio Montecristo en 1.916 de la Ciudad de
Barranquilla, según el Urbanista Porfirio Ospino Contreras?
La Ordenanza histórica señalada anteriormente, y la
disposición en el entorno de los referentes arquitectónicos hoy presentes que aún se conservan en el “marco”
territorial de la plaza (La iglesia, Casa Visbal y la Mansión Domínguez), más las
versiones de historia oral expresadas por la Abogada, Adonaí Moreno, y el
fallecido Periodista, Rafael Urbano Lafaurie, coinciden en señalar el carácter
eminentemente público del entorno de la iglesia San Antonio de Padua, la casa
Visbal y la mansión Domínguez, lo que
nos lleva a interrogarnos entonces… ¿dónde carajos está la plaza?... Respuesta urgente
que nos deben entregar con mucha claridad los entes territoriales como el
Municipio, la gobernación, y la nación a través de sus expedientes urbanos, más
las dependencias con autonomías administrativas y financieras tales como el
Igac, Instrumentos Públicos y Notarias.
Hoy 414 años más tarde, nos pretenden entregar con la
connivencia de la Gobernación, el Municipio y algunos ciudadanos irresponsables
con la Ciudad, un remedo por no decir adefesio, de la recuperación fragmentada
de la plazuela ubicada frente a la
antigua Casa de Bolívar y las vías contiguas a la Iglesia San Antonio de
Padua, con muchas falencias en el Diseño del proyecto que se ejecuta, como
también en el incumplimientos de normas
especificas establecidas en la ley, tanto para la participación ciudadana
efectiva, como las reglamentaciones
diseñadas para las plazas, parques, plazuelas, movilidad, discapacidad,
ambiente, parqueaderos, infraestructura, espacio público, etc. Deteriorando y
desapareciendo aún más, el poco espacio público que nos queda, como última
reserva a la preservación del ágora en la ciudad como espacio urbano generador de ciudadanía, en un territorio que
se debate en lucha mortal entre la necesidad imperativa de seguir siendo Ciudad,
y los nuevos “caballeros templarios” de
la migaja como estipendio, que se multiplican como células cancerosas sin
ningún control en nuestra Ciudad, profesando dentro de sus “principios” la
destrucción en todos sus contextos, haciendo más difícil la supervivencia de la
Ciudad, ante el caos, la desidia, el abandono y la depredación urbana.
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