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jueves, 23 de agosto de 2012


¿Y DÓNDE CARAJOS ESTÁ LA PLAZA?...

El licenciado en artes plásticas Fernando Castañeda García, en su texto de monografía titulado “Trazos e historias de Soledad”, plantea el poblamiento de la Ciudad a partir del año 1.598, como sitio de intercambio comercial de la zona, es decir nuestro comienzo se encuentra enmarcado en la expansión territorial de los conquistadores Españoles, en las fundaciones de las diversas Ciudades, Villa y pueblos que se construyeron en nuestra América latina bajo la legislación promulgada por los Monarcas españoles para regular la vida social, política y económica conocida como Leyes de Indias (El libro IV contiene las principales leyes que reglamentaron la conquista, la posesión de tierras, la fundación de ciudades, villas y pueblos)

Las ordenanzas de descubrimientos y población, decretada por Felipe II en 1.573, definía la reglamentación de los rasgos característicos que debían contener  las estructuras de la ciudad colonial: “alrededor de la plaza rectangular situada en el centro, prevista para el crecimiento venidero, se debían asentar las principales instituciones del poder laico y eclesiástico con edificios monumentales” (catedral, ayuntamiento, gobierno, juzgado, etc.).  

En conversación realizada con la abogada e historiadora de Soledad Adonaí Moreno, sobre lo que realmente eran los linderos de  la plaza de armas de nuestra Ciudad, nos manifestó más con un dejo de añoranzas que de inquietud acuciosa, que lo que se circunscribía a nivel de territorio de tan magno espacio público, era la actual plazuela en proceso de recuperación por la Gobernación Departamental, mas las edificaciones comprendidas en la acera norte, desde el antiguo Teatro Olimpia hasta la vivienda Unifamiliar ubicada diagonal a la casa Visbal, hoy Museo Bolivariano en proceso de restauración direccionada  por la Gobernación del Atlántico.

De igual forma manifestó la Historiadora Moreno, que la primera sede conocida del Palacio Municipal de nuestra Ciudad, se ubicó en la manzana que queda en el frente de la Iglesia San Antonio de Padua hoy ocupada por la sede de la  Cámara de comercio de Barranquilla con otras unidades residenciales  y de comercio, sede que tuvo lugar en la administración del señor Alcalde PEDANIO FRANCISCO PEREZ DE VARGAS en el año de 1.743, cuyo edificación fue cedida por el representante de la corona Española de Cartagena de Indias en su momento.

El fallecido periodista e Historiador Rafael Urbano Lafaurie, consideró en su momento ( asesoría efectuada en forma ad honorem, al trabajo de grado presentado por los estudiantes Mirna Arévalo y Ronny Rodríguez  de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Atlántico, sobre el diseño y construcción de la Plaza de Soledad para optar a su título profesional como Arquitectos) que lo que se conocía como Plaza de Armas de la Ciudad de Soledad además de la plazuela ubicada en frente a la casa Visbal (Casa de Bolívar) contemplaba igualmente  las dos manzanas localizadas entre las carreras 19 y 20 con calles 15 y 13 en frente de la Iglesia San Antonio de Padua.

De lo anteriormente expuesto se puede colegir, que nuestra Ciudad no aflora en el contexto urbano espontáneamente, todo lo contrario, sus inicios los reguló la ordenanza  promulgada por Felipe II en 1.573 para las Ciudades, Villas y Pueblos. Cabe preguntarnos entonces:

¿Por qué  la plaza de Soledad se remite únicamente a la plazuela ubicada al frente de la casa Visbal (Casa de Bolívar) transgrediendo así la ordenanza de 1.573 y no frente a la Iglesia?

¿Será que la plaza de Soledad además de la plazuela referenciada, se extendía a las dos manzanas aledañas  actualmente pobladas  para definir el zócalo preciso exigido en la legislación de 1.573 para el nacimiento de las Ciudades, Villas y pueblos?

¿Por qué la forma irregular presente hoy en la plaza, separando con construcciones, la Iglesia San Antonio de Padua de la casa de rentas e impuestos (Casa de Bolívar) y ésta de la mansión Domínguez, volúmenes arquitectónicos que por su distribución en el entorno supone que si hubo una la plaza central de ordenamiento, que daban legalidad a la Ordenanza promulgada?

¿Será que estamos ante el primer indicio de ocupación irregular - léase invasión – que se presentó en Soledad, muy por encima de la ocupación ilegal reconocida del barrio Montecristo en 1.916 de la Ciudad de Barranquilla, según el Urbanista Porfirio Ospino Contreras?

La Ordenanza histórica señalada anteriormente, y la disposición en el entorno de los referentes arquitectónicos hoy presentes  que aún se conservan en el “marco” territorial de la plaza (La iglesia, Casa Visbal y la Mansión Domínguez), más las versiones de historia oral expresadas por la Abogada, Adonaí Moreno, y el fallecido Periodista, Rafael Urbano Lafaurie, coinciden en señalar el carácter eminentemente público del entorno de la iglesia San Antonio de Padua, la casa Visbal  y la mansión Domínguez, lo que nos lleva a interrogarnos entonces… ¿dónde carajos está la plaza?... Respuesta urgente que nos deben entregar con mucha claridad los entes territoriales como el Municipio, la gobernación, y la nación a través de sus expedientes urbanos, más las dependencias con autonomías administrativas y financieras tales como el Igac, Instrumentos Públicos y Notarias.

Hoy 414 años más tarde, nos pretenden entregar con la connivencia de la Gobernación, el Municipio y algunos ciudadanos irresponsables con la Ciudad, un remedo por no decir adefesio, de la recuperación fragmentada de la plazuela ubicada frente a la  antigua Casa de Bolívar y las vías contiguas a la Iglesia San Antonio de Padua, con muchas falencias en el Diseño del proyecto que se ejecuta, como también en el  incumplimientos de normas especificas establecidas en la ley, tanto para la participación ciudadana efectiva,  como las reglamentaciones diseñadas para las plazas, parques, plazuelas, movilidad, discapacidad, ambiente, parqueaderos, infraestructura, espacio público, etc. Deteriorando y desapareciendo aún más, el poco espacio público que nos queda, como última reserva a la preservación del ágora en la ciudad como espacio urbano  generador de ciudadanía, en un territorio que se debate en lucha mortal entre la necesidad imperativa de seguir siendo Ciudad, y los nuevos “caballeros templarios”  de la migaja como estipendio, que se multiplican como células cancerosas sin ningún control en nuestra Ciudad,  profesando dentro de sus “principios” la destrucción en todos sus contextos, haciendo más difícil la supervivencia de la Ciudad, ante el caos, la desidia, el abandono y la depredación urbana.  

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